Ser | Tribuna

Día de Reyes

Juan María Tellería Larrañaga>>De manera tradicional damos a la festividad cristiana de la Epifanía de Nuestro Señor el nombre de “día de Reyes”, y le concedemos una especialísima actividad pública y comercial, como es la cabalgata de la tarde-noche del 5 de enero, que en algunas de nuestras ciudades y localidades alcanza una magnitud épica.

Coinciden, por una pura casualidad, este tipo de celebraciones con el cumpleaños del soberano español, D. Juan Carlos I de Borbón y Borbón, como nos recuerdan los rotativos, y ello da lugar a que todas las fuerzas monárquicas, desde ciertas figuras políticas bien conocidas hasta las habituales revistas del corazón, aprovechen la coyuntura para que la augusta figura aparezca en los distintos medios aureolada de esa atmósfera cuasi-sacrosanta con la que otrora parecían investidos los personajes regios de la antigua Europa.

Lástima que en el día de hoy ni en los Països Catalans ni en el resto del estado español tales esfuerzos consigan revivir aquellos prístinos sentimientos monárquicos de nuestros ancestros. Por el contrario, la imagen que hoy proyectan las monarquías en general y la española en particular es destacadamente nefasta. El cumpleaños de D. Juan Carlos I de Borbón y Borbón, celebrado (¡menos mal!) en su intimidad familiar, no oculta ni palia el descontento generalizado hacia una monarquía en la que un rey impuesto por un dictador que acabó con un régimen político legítimo se dedica a una vida muy lejos de la imagen familiar tradicional que se ha empeñado en difundir, es aficionado a la caza de elefantes tras haber aceptado ser reconocido como un amante y defensor de la naturaleza, y de alguna manera se ve salpicado por las actividades de un yerno poco hábil para hacer negocios fraudulentos, pues finalmente se descubren y generan, además de un agujero económico impresionante en dos comunidades autónomas pertenecientes a nuestra área cultural y lingüística, un aluvión de noticias adversas a la familia real.

Ni casa real, ni familia real. Que no, que no convence a nadie ya la existencia de una institución obsoleta como ésta, una verdadera sangría económica en un estado donde el empobrecimiento de la población avanza a niveles galopantes, y que además presenta y ostenta una insultante anomalía constitucional: ¿cómo se puede tolerar que un estado sedicente democrático admita de forma expresa en su carta magna la existencia de una serie de individuos de por sí desprovistos de responsabilidad ante las leyes, inviolables, intocables, por encima del bien y del mal? ¿Sabían lo que se hacían los padres de la constitución española al elaborar los párrafos referentes a la institución monárquica? ¿O es que simplemente, y para no andarnos con tapujos, la llamada “transición democrática española” no fue sino una pura filfa, un mero montaje mediático para engañar a los propios españoles y a los europeos comunitarios haciéndoles ver lo que no había?

Quien los conozca, como dice el refrán, que los compre.

Lo cierto es que hoy, seis de enero, cuando redactamos estas líneas, estamos en pleno Día de Reyes, vale decir, de ilusión, de candor, de esperanza. Por ello, aunque personalmente nos definimos como republicano y poco amigo de testas coronadas, queremos elevar una petición a Sus Majestades de Oriente, Melchor, Gaspar y Baltasar, y solicitarles (¡prometiendo ser buenos y portarnos bien, naturalmente!) que este año 2014 vea el fin de la monarquía en el estado español y su sustitución por el régimen legítimo que, según cuentan, murió en 1939. No, mejor dicho, fue bárbaramente masacrado en 1939, y que aún no ha vuelto a ver la luz.

¡Feliz festividad de la Epifanía!

 

Deixa un comentari

L'adreça electrònica no es publicarà. Els camps necessaris estan marcats amb *

Back to Top ↑