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¿Periodismo de verdad?

Juan María Tellería Larrañaga >> No es de hoy ni de ayer, ni tampoco de antes de ayer, que nos consideramos personalmente lectores asiduos de la prensa nacional en sus diferentes modalidades, e incluso de cierta prensa extranjera, lo mismo en soporte material que cibernético. Tanto como para venirnos percatando, desde hace ya cierto tiempo, de que algunas noticias se repiten, prácticamente palabra por palabra, en noticiarios y rotativos de gran alcance de diferentes países, pues proceden de las mismas agencias. Una coyuntura tal nos permite calibrar el tipo de periodismo que existe a ciertos niveles, su calidad y su profesionalidad, si bien, por desgracia, no siempre el balance resulte demasiado positivo.

Nos ha sorprendido grandemente el hecho de que, junto a noticias de cierta envergadura y con innegable incidencia en la economía y la política de varios estados actuales —los acuciantes problemas del Oriente Medio, la reñida carrera a la Casa Blanca en los EEUU, o los famosos “papeles de Panamá”, sin ir más lejos—, no hayan sido pocos los medios informativos que hayan centrado su interés en la figura del Rvdmo. Justin Welby, actual arzobispo de Canterbury y primado de la Comunión Anglicana, pero no para hacer referencia a declaraciones o publicaciones teológicas de las que sea autor, ni tampoco para indicar alguna de sus actividades eclesiásticas, pastorales o sociales, en el Reino Unido o en otras diócesis y archidiócesis de esta denominación.

The appointment of the 105th Archbishop of Canterbury was announced at Lambeth Palace of the Right Reverend Justin Welby, today. PICTURE SHOWS :-

Justin Welby.

Por no mencionarse, ni tan solo se ha hecho la más mínima alusión a sus contactos ecuménicos con el papa Francisco o con otros dirigentes religiosos mundiales. De eso, ni pío. Al parecer, el interés que ha suscitado el arzobispo Justin Welby estriba en que, según se ha hecho constar, no es en realidad hijo biológico de quien siempre había él considerado su padre, sino de cierto aristócrata británico, antiguo secretario del célebre Sir Winston Churchill, todo ello salpicado de claras alusiones al alcoholismo de sus progenitores y a las copas de más que provocaron entre su madre y el aristócrata aquel desliz gracias al cual hoy Justin Welby ve la luz.

Historia rocambolesca donde las haya, desde luego, y digna, si a uno le gusta ese tipo de literatura, de las páginas de alguna revista de baja estofa. El caso es que destacados y renombrados rotativos la colocan en secciones de importancia, allí donde los lectores serios suelen acudir de entrada para ver qué hay de nuevo o cómo van las cosas por el mundo.

Ante el hecho consumado de semejante reportaje, nos hemos preguntado una y otra vez si a este tipo de informaciones le debe de corresponder realmente el nombre de “periodismo”, pues nos suenan más a puro cotilleo pueblerino, y de mal gusto, para ser sinceros. La realidad es que no le vemos objeto alguno a una comunicación de tal índole y en tan numeroso conjunto de informativos, salvo que supongamos un trasfondo de oscuras tramas internacionales antianglicanas o quizás, por qué no, una peculiar conjura intraeclesiástica al más puro estilo Thomas Becket gestada en las catedrales e instituciones de la Gran Bretaña, y cuyo objetivo sea el desprestigio total del arzobispo Justin Welby y su posible dimisión de sus cargos y responsabilidades. Puesta a volar, que vuele la imaginación, desde luego, y que no escatime fantasía ni colorido.

A más de un periodista de los de verdad hemos escuchado alguna vez acusando de manera contundente a la prensa sensacionalista de desprestigiar la profesión y de rebajarla a niveles degradantes; no podemos tan siquiera suponer qué habrán dicho estos periodistas serios ante lo publicado acerca del arzobispo de Canterbury por un tipo de rotativos hasta la fecha considerados honorables y dignos de confianza. Es muy posible que no les haya hecho demasiada gracia. Ojalá.

diarios

Quien ha quedado realmente como un señor, digámoslo sin ambages, es el propio Justin Welby, eso sí. Y no nos referimos al hecho de haberse sometido de buena voluntad a pruebas de ADN, o a no haber reaccionado con desdén ante lo que parecería haber sido un verdadero acoso y derribo mediático de su persona, sino debido a su declaración simple y sencilla de que su verdadera identidad, en tanto que creyente cristiano (¡y no podría jamás ostentar la responsabilidad de su cargo sin una fe auténtica y bien fundamentada!), se cimenta sobre Jesucristo y todo lo que ello conlleva, sin más historias. Good for you!, podríamos decirle.

Por decirlo alto y claro, quienes quizás pensaban hundirlo le han brindado una oportunidad dorada para compartir un claro testimonio ante todo el mundo en tanto que discípulo de Jesús.

Es posible que los filones habituales de los noticieros sensacionalistas estén ya más que agotados. Tal vez señalar a políticos corruptos, denunciar paraísos fiscales de los Trópicos o destapar escándalos morales entre gentes de alta alcurnia ya “no venda”. A lo mejor alguien se ha percatado de que apuntar a personajes honorables representativos de sistemas religiosos bien consolidados —y el anglicanismo lo es a nivel mundial, no nos quepa la más mínima duda— puede llamar suficientemente la atención, especialmente si, como sucede con Justin Welby, hacen declaraciones sobre la necesidad de un compromiso ético con los que sufren, o trabajan duro para limar asperezas entre las denominaciones cristianas históricas en aras de un diálogo ecuménico fructífero. Tal vez sea esa la razón. O tal vez no.

De lo que estamos seguros es de que el arzobispo Justin Welby ha encontrado en esta desagradable coyuntura una puerta abierta para expresar lo que constituye el leitmotiv de su vida personal y de su ministerio eclesiástico. Por decirlo alto y claro, quienes quizás pensaban hundirlo le han brindado una oportunidad dorada para compartir un claro testimonio ante todo el mundo en tanto que discípulo de Jesús.

La Providencia sabe escribir recto incluso en renglones muy torcidos.

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